11.11.15

Sombrío anonimato (1)


-1-

            Las vendas que le cubrían la cabeza, seguían inamovibles. Su rostro en un sombrío anonimato, en penumbras por la única lámpara de luz baja que estaba en la habitación. Me di cuenta porque estuve asomándome a su alcoba cada determinado tiempo. Diez minutos como máximo. Y aunque su respirar era armonioso, me daba cierta inquietud tener en la casa a aquel desconocido, que quizá se estaba convirtiendo en una singular obsesión...
            Leonel, mi esposo, había llegado la otra noche, acompañado de aquel hombre herido. Y digo acompañado, pero en realidad había llegado con él a cuestas, pues desde entonces presentaba altas fiebres y un estado de inconsciencia. No quiso decirme qué había pasado, solo que teníamos -como buenos cristianos- que socorrerlo.
            Más tarde me di cuenta de que también Leonel presentaba ciertas molestias, y solo cuando hubimos instalado en el cuarto de huéspedes al desconocido y se hubo dispuesto a cambiarse de ropa, ya en nuestra recámara, me percaté de que tenía cardenales enormes de ambos lados del torso y cuando me acerqué y quise tocarlo hizo una mueca de angustia y dolor; al parecer, le habían golpeado por las costillas, pues apenas pudo dormir y su respiración estuvo entrecortándose todo el rato.
            A Leonel le pregunté si no tendríamos que ir al hospital, que todo aquello lucía grave, que quizá hasta tendríamos que ir parar en algún departamento policial. No tardó en silenciarme y, a pesar de mi contrariedad porque nunca antes se había portado así de misterioso y desesperado, pensé que lo mejor era no hacer preguntas.
            Luego vino el día en que Leonel, un poco más recuperado de los golpes que presentaba, me dijo que no podría atender a aquel hombre por unos días, que debía salir a arreglar unos asuntos, que me dejaría el dinero suficiente y un número para que, solo si se presentaba una emergencia, pudiera contactarlo; no era su número de celular habitual, al parecer tenía otro o se había conseguido uno nuevo. Ni siquiera me dio tiempo de detenerlo... Y ahora mi tarea era vigilar al desconocido, que tras su marcha Leonel había dejado atado en la cama en que reposaba, y yo pensaba que aquello era inútil y que además complicaba algunos de sus cuidados, pero suponía que estaba bien porque finalmente, y al parecer, el desconocido iría recuperándose y, entonces, ¿qué haría yo si volvía en sí?

Esta historia continuará...

Hola a todxs, retomo esta vez el blog con un generador de ideas. He comenzado esta historia con la palabra bandage, que he obtenido de Idea Generator, y con la que parece que he desarrollado el inicio de un cuento (que no sé a dónde irá a parar), que es medio thriller, pero no sé si siga así o en qué pueda convertirse. En fin, que este es el resultado y espero que, a los que hagan favor de leer, les agrade aunque sea un poco.

¡Les dejo un abrazo lleno de palabras!

Crédito de la portada: Tasteofomi.

2 comentarios:

Bohemio Cabral dijo...

interesante. ya dos cosas me tienen intrigado, quien es el vendado y que esconde el esposo.
espero ver algo mas de esta historia pronto

Athena Rodríguez dijo...

Gracias por leer y comentar, estimado Bohemio :)

A ver cómo continúa...

¡Un abrazo!